viernes, 17 de octubre de 2014

LAS HUELLAS DE LA FE.


 
Nuestro caminar por el mundo de la fe es, pues, por las veredas de las analogías, evocaciones y deducciones. ¿Podrá la retina captar alguna vez el más pequeño fulgor de la majestad de Dios? Él no puede entrar en nuestro juego, en la rueda de nuestros sentidos. Él está por encima. Está en otra órbita. Nos trasciende. Nuestro Padre es un Dios inmortal y vivo sobre el que nunca caerán ni la noche, ni la muerte, ni la mentira. Nunca será alcanzado por el sonido, la luz, el perfume y las dimensiones.

No puede ser conquistado por las armas de la inteligencia. Conquistar a Dios consiste en dejarse conquistar por Él. A Dios se le puede asumir, se le puede acoger. En  una palabra el Señor Dios es fundamentalmente, objeto de fe. No podemos “agarrar” a Dios, es imposible dominarlo intelectualmente. Somos caminantes. Siempre partimos  nunca llegamos.

Nos hizo como un pozo de infinita profundidad que solo un infinito puede llenar. Todas las facultades y sentidos del hombre pueden estar satisfechos pero el hombre siempre queda insatisfecho. El insatisfecho también es un caminante.

 

 

Ignacio LARRAÑAGA

El silencio de María.

 

 

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