jueves, 18 de diciembre de 2014

LA CRISIS Y LAS CRISIS.



No es un misterio para nadie que tenga sentido co­mún que el matrimonio como institución ha pasado una profunda crisis en estos últimos años. Tan fuerte ha sido que hemos podido escuchar frases como: El matrimonio es una institución caduca. No está con­forme con una mentalidad moderna, progresista. Es el fin del matrimonio.

Pero, OJO, crisis no es equivalente a fin. Todo lo que está vivo está sometido a crisis. Esta ya es .una señal de vida

Significa precisamente que, en su proceso, una etapa está cubierta

Que no sirve seguir viviendo de esa forma, que hay que renunciar a situaciones anteriores y que hay que asumir formas nuevas de vida El hombre tiende a instalarse, a acomodarse y hasta a aburrirse, pero la crisis le hace seguir caminando hasta el final.

Desde el nacimiento ( primera crisis) hasta la jubi­lación y luego, más allá hasta la muerte, el hombre va escuchando permanentemente llamadas a salir de sí mismo, a desinstalarse a desacomodarse, y no es fácil.

Pero debemos aprender a vivir con crisis, a ver en ellas una señal de esperanza, un toque para desper­tar; una crisis no puede acabar con nuestra convi­vencia y amor. Ya lo hemos dicho, una crisis no es el final, como dicen creo son los legionarios, la muerte no es el final.

El hombre tiende a instalarse , pretende hacer de su instalación una situación perdurable, y lo que es peor, a imponer al otro, a la otra, a los que viven con ellos su propia instalación.

Me casé, lo alcancé, lo conseguí, ya es mío, mía. Yo no tengo ganas de salir; al cine, 'qué se me ha perdi­do a mí en el cine', olvidando que para conquistarla o conquistarlo iban al cine, a tomar unas cañas, a pasear...

Podemos afirmar que la crisis reciente vivida por el matrimonio no solo no significa el fin de esta ins­titución, sino que por el contrario está permitiendo que en el horizonte de la vida y de la historia surjan formas nuevas de vivir el amor conyugal cargadas de belleza, esperanza y exigencias.

Formas nuevas que nos están permi­tiendo comprender dimensiones hasta ahora veladas de la plenitud humana del amor e incluso gran­des conceptos reli­giosos, como que la pareja sea la imagen de Dios, el sentido del sacramento, el hogar como primera iglesia...con una luz distinta.

 

 

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