domingo, 16 de noviembre de 2014

EL AMOR, PARTICIPACIÓN EN LA VIDA TRINITARIA.


El amor busca también reposo y permanencia. De aquí el consejo de no buscar con inquietud, no estar siempre a la caza de nuevos pensamientos y nuevas ideas, como si la contemplación fuera acumular materiales o un inventario completo de cosas, en vez de atender amorosamente a la dimensión profunda de cada uno de los aspectos que se ofrecen al contemplativo.

Desde cada palabra de la Escritura se pasa de inmediato y en vertical a las profundidades  de Dios , a las profundidades de la plenitud y de la unidad, donde todas las palabras y aspectos exteriormente dispersos se encuentran conjuntados. Él, el Hijo del Padre, es esta plenitud. Él es el Pan de vida que nuestra alma hambrea y del que no puede pasar yendo en busca de otro pan ilusorio de satisfacción espiritual. En él debe encontrar su conformidad y cuanto necesita. Desde luego, todo esto ha de ocurrir en la Verdad, de suerte que el orante descanse no en sus propios sentimientos, sino realmente en el Señor; no en un par de ideíllas, que casualmente se le han ocurrido y reflejan su autocomplacencia, sino en la sublime y siempre mayor Verdad del Señor. Si tiene amor, lo alcanzará y por el ejercicio llegará a alcanzarlo, porque a amar se aprende amando.

 

Hans URS VON BALTHASAR.

 

 

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