miércoles, 27 de diciembre de 2017

COMÍAN, BEBIÁN, COMPRABAN Y VENDÍAN.


El Señor hizo a sus discípulos muchas advertencias y recomendaciones para que su espíritu se liberara del polvo de todo el terreno y se elevara el deseo de las realidades sobrenaturales. Según una de estas adver­tencias, los que desean los bienes de arriba tienen que ser más fuertes que el sueño y estar constantemente en vela. Hablo de aquel sopor suscitado en aquellos que se hunden en la mentira de la vida por los sueños ilusorios, como los honores, las riquezas, el poder, el fasto, los placeres..., todo lo que la imaginación pueda presentar a los hombres superficiales para que corran locamente tras ello. Todas estas cosas se desvanecen con el tiempo; son de la naturaleza de la apariencia; ape­nas se consiguen, desaparecen como las olas del mar.

Nuestro espíritu se libera de estas representaciones e ilusiones gracias al Verbo, que nos invita a sacudir de nuestras almas este profundo sopor para no apartar­nos de las realidades auténticas, apegándonos a lo que no tiene consistencia. Por esto nos propone la vigilan­cia, diciendo: Tened ceñida la cintura, y las lámparas encendidas. Porque la luz que ilumina nuestros ojos aparta el sueño y la cintura ceñida impide al cuerpo caer en el sopor. El que tiene ceñida la cintura por la temperancia vive en la luz de una conciencia pura. La confianza filial ilumina su vida como una lámpara. Si vivimos de este modo entraremos en una vida seme­jante a la de los ángeles.

San Gregorio de Nisa

Obispo de Nisa, hermano de san Basilio y último de los grandes padres Capadocios (335?-394).

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