El Señor no nos reprocha que gocemos de los bienes terrestres, y él
mismo dice que, teniendo en cuenta nuestra situación de aquí abajo, tenemos
necesidad de ellos para que nuestra existencia pueda gozar de tranquilidad y
hacer más fácil y cómodo el camino hacia nuestra patria celestial. La Santa
Iglesia pide que eso nos sea concedido. A pesar de que las penas, los males y
las necesidades sean inseparables de nuestra vida en la tierra, jamás el Señor
ha querido que las preocupaciones y las miserias constituyan toda la trama de
la misma. Por eso, por boca del apóstol Pablo nos recomienda llevar unos las
cargas de los otros a fin de obedecer a Cristo quien, personalmente, nos ha
dado el precepto de amarnos los unos a los otros. ¿No ha descendido del cielo
el Señor no
para ser servido sino para servir y dar su vida en rescate por muchos? Comportaos así, amigos de Dios, y
conscientes de la gracia de la cual habéis sido visiblemente objeto, comunicadla
a todo hombre deseando su salvación.
La mies es abundante, dice el Señor, pero los segadores son pocos. Habiendo recibido los dones de la gracia, estamos llamados a trabajar recogiendo las espigas de salvación de nuestros prójimos para poner en numerosos graneros en el reino de Dios a fin de que den mucho fruto, unos treinta, otros sesenta, y los otros cien.
San
Serafín de Sarov
Monje ortodoxo, uno de
los santos más venerados en la Iglesia ortodoxa. Durante muchos años llevó una
vida de ermitaño (1759-1883
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