martes, 5 de diciembre de 2017

LOS BIENES DE LA TIERRA.


El Señor no nos reprocha que gocemos de los bie­nes terrestres, y él mismo dice que, teniendo en cuenta nuestra situación de aquí abajo, tenemos necesidad de ellos para que nuestra existencia pueda gozar de tran­quilidad y hacer más fácil y cómodo el camino hacia nuestra patria celestial. La Santa Iglesia pide que eso nos sea concedido. A pesar de que las penas, los males y las necesidades sean inseparables de nuestra vida en la tie­rra, jamás el Señor ha querido que las preocupaciones y las miserias constituyan toda la trama de la misma. Por eso, por boca del apóstol Pablo nos recomienda llevar unos las cargas de los otros a fin de obedecer a Cristo quien, personalmente, nos ha dado el precepto de amarnos los unos a los otros. ¿No ha descendido del cielo el Señor no para ser servido sino para servir y dar su vida en rescate por muchos? Comportaos así, amigos de Dios, y conscientes de la gracia de la cual habéis sido visiblemente objeto, comunicadla a todo hombre deseando su salvación.

La mies es abundante, dice el Señor, pero los sega­dores son pocos. Habiendo recibido los dones de la gracia, estamos llamados a trabajar recogiendo las espigas de salvación de nuestros prójimos para poner en numerosos graneros en el reino de Dios a fin de que den mucho fruto, unos treinta, otros sesenta, y los otros cien.
San Serafín de Sarov
Monje ortodoxo, uno de los santos más venerados en la Iglesia ortodoxa. Durante muchos años llevó una vida de ermitaño (1759-1883




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