miércoles, 29 de noviembre de 2017

ACEPTAR.


Dios me envía la cruz... bendita sea, pues si, como dice Job, recibimos alegremente de la mano de Dios los bienes, ¿porqué no recibirlos males?

Todo nos viene de él, salud y enfermedad, bienes temporales, desgracias y reveses en la vida... todo, absolutamente todo, lo tiene ordenado con perfección, y si alguna vez la criatura se rebela contra lo que Dios le manda, comete un pecado, pues todo es necesario y todo está bien hecho; y son necesarias las risas y las lágrimas, y de todo podemos sacar provecho para nuestra perfección, siempre que, con espíritu de fe, veamos la obra de Dios en todo, y quedemos como niños en las manos del Padre, pues nosotros solos, ¿dónde vamos a ir?
Claro que no trato de arrancarme esos sentimientos, solamente lo que Dios quiere de mí es perfeccionar­los, y para eso me lleva de aquí a allí como un juguete y dejando pedazos de corazón en todas partes. ¡Qué grande es Dios y qué bien lo hace todo! ¡Cuánto me quiere y qué mal correspondo! Su providencia es infi­nita y a ella nos debemos entregar sin reservas.
San Rafael Arnaiz Barón
Joven monje trapense, uno de los grandes místicos del siglo XX. Sus numerosos escritos se han difundido ampliamente.
Fue canonizado en el año 2009 (1911-1938).


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