viernes, 27 de octubre de 2017

DEBEMOS SER PESCADORES


Cuando el Señor, sentado en la barca, le dice a Pedro: Rema mar adentro, y soltad las redes para pescar, no le está aconsejando tanto echar los instrumentos de pesca en la profundidad de las aguas como propagar en el fondo de los corazones las palabras de la predi­cación. Este abismo de los corazones lo ha penetrado san Pablo lanzando la palabra que dice: ¡Oh abismo de riqueza, sabiduría y ciencia de Dios! Así como la red arrastra hasta la nave los peces que ha cogido, el seno de la fe conduce hacia el reposo a todos los hom­bres que reúne.

Para hacer comprender mejor que el Señor hablaba de la pesca espiritual, Pedro dice: Maestro..., porque tú lo dices, echaré las redes. El Verbo, la Palabra de Dios, es el Señor, nuestro Salvador. Puesto que Pedro lanza su red según el Verbo, propaga su elocuencia según Cristo. Despliega las redes tejidas según las órdenes de su maestro; en nombre del Señor, lanza unas pala­bras más claras y más eficaces que permiten salvar no a criaturas irracionales, sino a hombres. Hemos estado bregando toda la noche y no hemos cogido nada. Sí,

Pedro había estado trabajando toda la noche; cuando ha brillado la luz del Salvador, las tinieblas se han disi­pado y su fe le ha permitido distinguir, en lo más pro­fundo de las aguas, lo que sus ojos no podían ver. Pedro, efectivamente, ha estado sufriendo toda la noche, hasta que el día, que es Cristo, viene en su ayuda.

San Máximo de Turín

Obispo de Turín; de este notable predicador se conservan numerosos sermones (siglos IV-V).

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