martes, 17 de octubre de 2017

DIOS PADRE Y LA IGLESIA.


Me podréis decir: pero la Iglesia está formada por pecadores, lo vemos cada día. Y esto es verdad: somos una Iglesia de pecadores; y nosotros pecadores esta­mos llamados a dejarnos transformar, renovar, santi­ficar por Dios. Ha habido en la historia la tentación de algunos que afirmaban: la Iglesia es solo la Iglesia de los puros, de los que son totalmente coherentes, y a los demás hay que alejarles. ¡Esto no es verdad! ¡Esto es una herejía! La Iglesia, que es santa, no rechaza a los pecadores; no nos rechaza a todos nosotros; no rechaza porque llama a todos, los acoge, está abierta también a los más lejanos, llama a todos a dejarse envolver por la misericordia, por la ternura y por el perdón del Padre, que ofrece a todos la posibilidad de encontrarle, de caminar hacia la santidad.

En la Iglesia, el Dios que encontramos no es un juez despiadado, sino que es como el Padre de la parábola evangélica. Puedes ser como el hijo que ha dejado la casa, que ha tocado el fondo de la lejanía de Dios. Cuando tienes la fuerza de decir: Quiero volver a casa, hallarás la puerta abierta, Dios te sale al encuentro por­que te espera siempre, Dios te espera siempre, Dios te abraza, te besa y hace fiesta. Así es el Señor, así es la ternura de nuestro Padre celestial.

Francisco

Jesuíta argentino, actual sucesor de san Pedro al frente de la Iglesia católica (1936-).

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario