viernes, 25 de noviembre de 2016

LA CRUZ.


Lejos de mí el pensar de gloriarme fuera de la cruz de mi Señor Jesucristo. La cruz es tu gloria, la cruz es tu imperio. He aquí tu imperio sobre tus espaldas. Quien lleva tu cruz lleva tu gloria. Así la cruz, que causa miedo a los infieles, es para los fieles más her­mosa que todos los árboles del paraíso. ¿Temió acaso Cristo la cruz? ¿Y Pedro? ¿Y Andrés? Por el contrario, la desearon. Cristo se alzó sobre ella como un valiente para recorrer su carrera: He deseado ardientemente comer esta Pascua con vosotros antes de morir. Él comió la Pascua sufriendo su pasión, al pasar de este mundo a su Padre. Sobre la cruz, Cristo comió y bebió, se embriagó y durmió.

¿Quién podrá desde ahora temer la cruz? Temo, Señor, recorrer el cielo y la tierra, el mar y las estepas, pero ¡|»n ningún sitio te encontraré sino en la cruz! Allí duermes, allí apacientas tu rebaño, allí reposas al medio­día. En esta cruz quien está unido a su Señor cuenta con su dulzura. No hay persona que te busque y no te encuentre, sino en la cruz. Oh cruz de gloria, echa tus raíces en mí para que yo pueda encontrarme en ti.


San Bernardo de Claraval
Nace en Dijon, Francia; fue monje cisterciense y gran autor espiritual.
Es doctor de la Iglesia (1090-1153).

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