martes, 6 de diciembre de 2016

JESÚS Y LAS MUJERES.


Es particularmente conmovedor meditar en la actitud de Jesús hacia la mujer: se mostró audaz y sorpren­dente para aquellos tiempos, cuando, en el paganismo, la mujer era considerada objeto de placer, de mercan­cía y de trabajo, y, en el judaismo, estaba marginada y despreciada. Jesús mostró siempre la máxima estima y el máximo respeto por la mujer, por cada mujer, y en particular fue sensible hacia el sufrimiento feme­nino. Traspasando las barreras religiosas y sociales del tiempo, Jesús restableció a la mujer en su plena digni­dad de persona humana ante Dios y ante los hombres.

¿Cómo no recordar que Jesús quiso asociar a algunas mujeres a los Doce, que le acompañaban y servían y fueron su consuelo durante la vía dolorosa hasta el pie de la cruz? Después de la resurrección, Jesús se apareció a las piadosas mujeres y a María Magdalena, encargán­dole anunciar a los discípulos su resurrección. Deseando encarnarse y entrar en nuestra historia humana, Jesús quiso tener una Madre, María Santísima, y elevó así a la mujer a la cumbre más alta y admirable de la dignidad. ¡Por eso, vosotras, mujeres cristianas, debéis anunciar, como María Magdalena y las mujeres del evangelio, que Cristo ha resucitado verdaderamente, que él es nuestro verdadero y único consuelo! Cuidad, pues, de vuestra vida interior.

San Juan Pablo II

Primer papa polaco de la historia. Su pontificado ha sido el tercero más largo de la historia (1920-2005).

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