viernes, 14 de octubre de 2016

JESÚS ESTÁ EN LAS ESCRITURAS.


Cristo estaba presente en todos aquellos a quienes, desde el comienzo, Dios comunicaba su palabra, su ver­bo. Si alguien lee las Escrituras en esta perspectiva, en­contrará la referencia a Cristo y una prefiguración de un nuevo llamamiento. Porque él es el tesoro escondido en el campo, es decir, en el mundo. Tesoro escondido en las Escrituras porque había sido prefigurado en figuras y parábolas que, humanamente hablando, no podían ser comprendidas antes del cumplimiento de las profecías, es decir, antes de la venida del Señor. Por esto fue di­cho al profeta Daniel: Manten ocultas estas palabras y ten sellado el libro hasta que llegue el momento final. La ley leída por los cristianos es un tesoro escondido antiguamente en un campo, pero fue revelado en la cruz de Cristo. La cruz manifiesta la sabiduría de Dios, da a conocer sus designios en vista a la salvación de la humanidad, prefigura el reino de Cristo, anuncia la bue­na noticia de la herencia de la Jerusalén santa, anuncia que la persona que ama a Dios progresará hasta ver a Dios y comprender su palabra, y será glorificada por esta palabra. Así el Señor explica las Escrituras a sus discípulos después de la resurrección, afirmando que era necesario que Cristo sufriera para entrar en su gloria. Si alguien lee así las Escrituras, será un discípulo perfecto, que es como un padre de familia que saca de su tesoro cosas nuevas y viejas.

San IRENEO DE LYON

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