martes, 29 de julio de 2014

ADELANTAR EN LA ORACIÓN.


El gran recurso del cristiano que desea crecer en el amor a Dios es la oración. Hay innumerables maneras de orar y muchos tipos de oración. Todos son buenos; cada persona debe seguir el suyo.

Pero, en la medida en que adelanta, la oración tiende a unificarse; pues, es el mismo Espíritu Santo el que actúa en todos y con todos. La meditación se prolonga en contemplación, la plegaria oral en oración mental y de afectos, la presencia intermitente de Dios en unión continua con Él. En definitiva, toda forma de orar va configurándose como un inagotable diálogo, divino y humano, del hombre con su Creador. Decía S. Agustín: “La oración es el encuentro de la sed de Dios y de la sed del hombre. Dios tiene sed de que el hombre tenga sed de Él”.

“Orar” no es “rezar” pues no se trata de una acción circunstancial, sino de una vida de oración. Es decir una oración que mira la vida, y una vida orientada por la oración y desde la oración.

Hay que persuadirse de la necesidad de adelantar siempre; de sacar cada día más fruto a los tiempos dedicados a orar. Es muy bueno el temor, santo, a quedarse “parados”.

                          

Manuel ORDEIG CORSINI.

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