domingo, 11 de octubre de 2015

FIJAROS BIEN EN CÓMO ESCUCHÁIS.


 
Escucha en silencio. Porque tu corazón está lleno de mil cosas, no puedes escuchar la voz de Dios. Pero desde el momento en que te pones a la escucha de la palabra de Dios en tu corazón pacificado, éste se llena de Dios. Esto requiere muchos sacrificios. Si pensamos, si queremos orar, es necesario prepararnos para ello. Sin darle largas. Aquí no se trata sino de las primeras etapas hacia la oración, pero, si no las llevamos a cabo con determinación, jamás llegaremos a la última etapa, la presencia de Dios.

Por eso el aprendizaje debe ser perfecto desde el comienzo: escucha a Dios en tu corazón; y en el silencio del corazón, Dios habla. Después, de la plenitud de lo que hay en el corazón, Dios habla. Aquí se obra la coherencia. En el silencia del corazón, Dios habla y sólo tenemos que escucharle. Después, una vez que tu corazón entra en la plenitud porque se encuentra lleno de Dios, lleno de amor, lleno de compasión, lleno de fe, tiene la boca de qué hablar. Acuérdate, antes de hablar, de que es necesario escuchar, y solamente así, desde lo más profundo de un corazón abierto, puedes hablar y Dios te escucha.

 

Beata Teresa DE CALCUTA

(1910  -  1997)

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