domingo, 30 de septiembre de 2012

CONTEMPLACIÓN EUCARÍSTICA


La conocida y sencilla anécdota del campesino que no hacía “nada, yo lo miro y él me mira”, nos dice que la contemplación cristiana son siempre dos miradas que se encuentran: la nuestra sobre Dios y la de Dios sobre nosotros. Si a veces se baja nuestra mirada o desaparece, nunca ocurre lo mismo con la mirada de Dios. Él nos sigue mirando, mimando y abrazando.
En la contemplación, basta con hacer feliz al Señor, según la frase de Charles de Foucauld y tenemos que aprovechar ese breve tiempo para hacerle feliz a Él.
La contemplación es una profecía porque anticipa lo que haremos por siempre, tras la muerte, cuando estemos en la presencia de Dios.
La distracción o la aridez no cortan la contemplación, basta renunciar a la satisfacción del fervor. Y Jesús sabe y goza que estemos allí junto a ÉL

1 comentario:

  1. Es fácil hacer feliz a Jesús y, sin embargo,¡cómo nos cuesta hacerle feliz!Él nos conoce y no nos pide nada especial; le basta que acudamos al Sagrario y que nos dejemos mirar por Él. Él vendrá a nuestro lado y allí se quedará mirándonos, observándonos, de la misma manera que una madre observa y mira a su pequeño hijo mientras duerme,así, con esa ternura nos mira Jesús desde el Sagrario...

    ResponderEliminar