jueves, 6 de septiembre de 2012

ORACIÓN Y DISTRACCIÓN


Hay un arma – un camino – que es esencial para abordar las dificultades y hacer progresos en la oración. Y es la firme resolución de no cesar nunca de hacer intentos, de no cesar nunca de orar, sin que importen las dificultades que se presenten, ni la pequeñez de los éxitos, ni lo que vaya a costar. Cuando nos decidimos a ser personas de oración, hacemos una declaración de guerra no solamente contra nosotros, sino contra el demonio mismo... solo un coraje resuelto y una confianza firme e inconmovible en Dios puede capacitarnos para persistir en ese combate. Dios no deniega su gracia a aquellos que utilizan la que ya tienen, por muy pequeña que sea.
La dificultad más común que pone a prueba la fortaleza es la lucha continua contra las distracciones.
.Las distracciones pueden tener orígenes diversos: curiosidad no mortificada, preocupación, humillaciones, fatiga. Si la distracción es obra de Dios, podemos gloriarnos de nuestra pequeñez y esperar la gracia de Dios.
También las distracciones pueden ser debidas a la inestabilidad natural de la mente, especialmente de la imaginación. Lo que podemos hacer es renovar nuestra atención hacia Dios. Y se debe hacer suave y tranquilamente, sin violencia e, incluso, sin sorprendernos de nuestra propia extravagancia.
Una forma de tratar esas ideas locas y obstinadas es convertirlas en materia de oración, buscando alguna relación entre la idea que nos distrae y Dios. Puede ser motivo para alabar a Dios o usarse como una prueba de nuestra necesidad de su gracia. Sea lo que fuere, Dios lo hizo y permitió que entrara en nuestra mente, de suerte que siempre hay un camino que lleva a Dios.
Las distracciones que no son deliberadas son una prueba, no una falta.

Eugene BOYLAN

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