La oración es un hablar de
corazón a corazón con Dios. La oración bien hecha toca el corazón de Dios y le
incita a escucharnos. Cuando oramos, que sea todo nuestro ser el que se vuelva
hacia Dios: nuestros pensamientos, nuestro corazón… el Señor se dejará doblegar
y vendrá a ayudarnos.
Ora y espera. No te turbes; la
agitación no sirve para nada. Dios es misericordioso y escuchará tu súplica. La
oración es nuestra mejor arma: es la llave que abre el corazón de Dios. Es
necesario que te dirijas a Jesús mucho más con el corazón que con los labios.
San
PÍO DE PIETRELCINA
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