domingo, 23 de diciembre de 2012

EL OFRECIMIENTO ¿UN TRUEQUE ?


Un sacerdote, un día, preguntó a sus feligreses: “¿Qué haces cuando te encuentras con un contratiempo, un dolor, una contradicción, cualquier problema? O sí, ¿por propia iniciativa, haces sacrificios o buscas ámbitos para sacrificarte? ¿Por qué lo haces?
Todos le respondieron que se lo ofrecían a Dios.
“Y ¿qué ganas con esto?”
Casi todos respondieron que se lo ofrecían por alguna intención concreta, por un hijo, por una curación, por solucionar cualquier problema. Alguno dijo: “Espero que, en el Cielo, el Señor me lo retribuya”.
Estas respuestas confirman que lo que menos se preguntan quienes ofrecen a Dios sacrificios o plegarías, es como le sienta eso, a Él. No se meten en su piel para saber en qué medida eso le alegra o le consuela. Tras el “te lo ofrezco. Enseguida viene el “por”. Se regala algo al Señor pero enseguida, se añade una intención concreta. Sin mala voluntad, se trata a Jesucristo como si fuera un simple intermediario; como quien ingresa una cantidad de dinero en el banco y encarga al empleado que le ponga en la cuenta de alguien a quien quiere o debe beneficiar.
Desgraciadamente, lo que realmente motiva a la mayor parte de los cristianos no es tanto el amor a Cristo, cuanto la propia conveniencia y el amor a otras personas. Seguro que esa conducta, siendo Él tan bueno, no le desagrada del todo. Conoce la ignorancia que late  detrás de ese modo de proceder. Sabe que la mayoría de los cristianos no sintoniza con su Corazón por que desconoce que éste siga siendo tan doliente y agradecido.
Sin embargo, también es posible que esa falta de sintonía con el sufrimiento actual de Cristo sea para Él un motivo de tristeza, sobre todo cuando se debe a la inadvertencia. Conviene hacer hincapié en la urgencia de consolar a Quien, por ser el que más ama, más sufre.

Michel ESPARZA
Sintonía con Cristo

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