domingo, 14 de octubre de 2012

NUESTRO “ SI ".

En este mundo, Dios espera de cada uno de nosotros un “si” que solo cada uno puede dar en el lugar donde se encuentra. Por tanto, cada uno de nosotros es la cima de la humanidad, cada uno tiene su vocación y cada uno debe empujar para abrir a los otros, aquí y ahora, en este lugar y en este momento, la puerta que en Jesucristo fue abierta.
Para nosotros es inconmensurable y precioso saber que cuando vivimos en total intimidad con Dios, y le decimos nuestro “si”, estamos vinculados, encadenados a los otros, estamos comprometidos en el servicio de los demás.
La Iglesia no es sino la señal de que Dios ha acogido y tomado en serio a los hombres, tal como son. Nuestro “si” a la humanidad entera, por tanto, es real y auténtico si inscribimos esta humanidad en este “si” de Dios, en sus obras, en su gracia, en su misericordia para con los hombres. Somos todos albañiles que no podemos que hacer más que poner los propios ladrillos en las manos del Único que construye con ellos la casa de Dios entre los hombres: La Iglesia. No somos nosotros quienes la construimos; es Él. Pero a nosotros se nos pide, como a María, que consideremos cada simple momento como un ladrillo para poner en sus manos.

Klaus HEMMERLE

1 comentario:

  1. Cada día se nos presenta con un sin fín de posibilidades de ofrecer a Dios cosas agradables, desde el "minuto heroico",esa horrible mortificación de salir de la cama todos los días, el Ofrecmiento de obras,tu arreglo personal, el arreglo de la casa, la comida sin descuidar los ingredientes y el buen estilo: si las patatas las pelas ofreciéndole al Señor una jaculatoria, el guiso sabe mucho más rico; el trabajo¿Cuidamos la puntualidad?¿somos amables con los compañeros?¿respetuosos con todos? Para que nuestras obras den buenos frutos debemos de procurar siempre la Presencia del Señor en todo momento, como piedras vivas de la Iglesia, preparadas para ser colocadas en el lugar que Él quiera y cuándo Él quiera.El Señor nos conoce y nos ama siempre y nos capacita para santificarnos aunque seamos malos; sólo quiere lo mejor que podamos ofrecerle y que nos amemos mucho los hermanos.Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.

    ResponderEliminar