sábado, 5 de marzo de 2016

Por la confianza y el amor


Madre querida, quisiera ahora deciros qué es lo que entiendo cuando digo olor de los perfumes del Amado. Puesto que Jesús subió al cielo, no le puedo seguir más que siguiendo las huellas que él ha dejado, pero, ¡qué luminosas son estas huellas, cuan perfumadas están! No tengo que hacer otra cosa que poner mis ojos en el santo evangelio, en seguida respiro los perfumes de la vida de Jesús y sé por dónde debo correr. No voy al primer lugar, sino que me lanzo al último; en lugar de adelantarme, como el fariseo, repito, llena de con­fianza, la humilde plegaria del publicano. Pero, sobre todo, imito la conducta de María Magdalena; su mara­villosa, o mejor, su amorosa audacia, que hace las deli­cias del Corazón de Jesús, seduce al mío.
Sí, siento en mí que, aunque pesaran sobre mi con­ciencia todos los pecados que se pueden cometer, con el corazón roto por el arrepentimiento iría a refugiarme en los brazos de Jesús, porque sé muy bien cuánto ama al hijo pródigo que regresa a él. No es porque el buen Dios, en su solícita misericordia, haya preservado a mi alma del pecado mortal, sino que me levanto hacia él por la confianza y el amor.

SANTA TERESA DEL NÍÑO JESÚS Carmelita descalza; es doctora de la Iglesia (1873-1897).


 

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