jueves, 25 de febrero de 2016

EL MONTE TABOR.




  Jesús subió con tres de sus discípulos a la montaña para orar. Poco antes, el Señor había anunciado a sus discípulos que había de sufrir la pasión y muerte en Jerusalén y esto les había dejado turbados. Jesús nos enseña que ponerse delante de Dios en la oración es el camino para entender y aceptar los designios de Dios. Mientras Jesús oraba sucedió la transfiguración que Lucas señala diciendo que el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos. En este misterio se anti­cipa la resurrección de Jesús.

Al permitir que sus discípulos participen de ese encuentro íntimo de él con el Padre, Jesús les va enseñando cómo, en la historia, la gloria de Dios se va a manifestar por el minis­terio de su pasión. Su abajamiento no le separa del Padre ni rebaja su divinidad. En la transfiguración se manifiesta el amor de su corazón, que allí irradia a toda su persona con esa especial claridad. Jesús habla con Moisés y Elias. ¿De qué hablan? De su muerte, que iba a consumar en Jerusalén. Señaló Benedicto XVI:

«En su diálogo íntimo con el Padre, no sale de la historia, no huye de la misión por la que ha venido al mundo... Más aún, Cristo entra más profundamente en esta misión, adhiriéndose con todo su ser a la voluntad del Padre, y nos muestra que la verdadera oración consiste precisamente en unir nuestra voluntad a la de Dios».




David AMADO FERNANDEZ.

1 comentario:

  1. Iban hacia Jerusalén, donde tiene que cumplirse su Pasión. Jesús sube a la montaña y se transfigura. Los tres discípulos pueden percibir la gloria divina que se estaba manifestando en aquel Hombre que ellos siguen como Maestro, pero que en nada les parece diferente de cualquier hombre.

    La transfiguración de Jesús es una manifestación de su divinidad, pero también es un anuncio de la transformación que experimentará nuestro ser cuando seremos configurados a Él.

    La transfiguración es una llamada de Dios. Es la misma voz de Jahvé que habló con Abrahán y que prometió darle un pais a su descendencia; ahora nos habla desde la nube para decirnos:"Este es mi Hijo, mi elegido, escuchadle".Y los discípulos se quedan sólo con Jesús. Moisés y Elías han desaparecido; ahora estamos en el Nuevo Testamento y, si seguimos a Jesús ya no nos hace falta nada más.Recibe, querida Amiga, un fuerte abrazo en compañía de Miguel. MªJosé.

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