domingo, 8 de febrero de 2015

CARIDAD EN LAS PALABRAS.



Con razón se advierte que "el amor se manifiesta más en las obras que en las palabras" (S. Ignacio de Loyola). No olvidemos sin embargo, que en las relaciones humanas también las palabras cuentan como obras. Las palabras ofensivas destruyen la caridad. Por eso  en el Antiguo Testamento alaban a aquellos que hablan en tono sereno. "la palabra pacífica calma la cólera, la palabra amarga hace estallar la ira"

Los comentarios irónicos y malintencionados pueden ser tomados a broma, de igual modo que cuando alguien nos da un golpecito en el hombro. Sin embargo, se debe medir adecuadamente la fuerza de dicho golpe. Hay golpes que no pueden ser tomados a broma, ciertamente no por quien lo ha recibido. En tal caso, no deberían reírse ni siquiera  aquellos que están cerca. Existe una gran diferencia entre la risa inocente y la maliciosa.

Es difícil la convivencia con esa gente que en su trabajo no pierde la ocasión de protestar, de responder mal, de criticar o de aconsejar siempre hacer  algo de una manera distinta. La mala costumbre a veces crece de tal manera que parece que esa persona no tiene otro principio ni otro programa que hacer lo contrario de lo que hacen los demás y no tiene otra lógica que contradecir a quien habla. Es muy molesto el compañero que no atiende a la conversación pero que, cuando empieza a hablar otro, interviene para discutir.

                                      

Cardenal Tomás SPIDLIK

(1919  - 2010)

 

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