domingo, 15 de febrero de 2015

SATANAS-


 
Detrás de la elección desobediente de nuestros primeros padres, se halla una voz seductora, opuesta a Dios, que por envidia, los hace caer en la muerte. La Escritura y la Tradición de la Iglesia ven en este ser un ángel caído, llamado Satán o diablo. La Iglesia enseña que primero fue un ángel bueno, creado por Dios. La Escritura habla de un pecado de estos ángeles. Esta "caída" consiste en la elección libre de estos espíritus creados que rechazaron radical e irrevocablemente a Dios y su reino. Es el carácter irrevocable de su elección, y no un defecto de la infinita misericordia divina, lo que hace que el pecado de los ángeles no pueda ser perdonado. Dice san Juan Damasceno: "No hay arrepentimiento para ellos después de la caída, como no hay arrepentimiento para los hombres después de la muerte".

La Escritura atestigua la influencia nefasta de aquel a quien Jesús llama homicida  desde el principio y que incluso intentó apartarlo de la misión recibida del Padre. El Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del diablo. La más grave consecuencia de estas obras ha sido la seducción mentirosa que ha inducido al hombre a desobedecer a Dios. Sin embargo, el poder de Satán no es infinito. No es más que una criatura, poderosa por el hecho de ser espíritu puro, pero siempre criatura: no puede impedir la edificación del reino de Dios.

 

CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA.

 

 

 

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