jueves, 19 de marzo de 2015

LAS ALEGRÍAS DE SAN JOSÉ.


 
San José tuvo seguramente muchas alegrías en su vida, y luego en el paraíso.

 

- A pesar de su humildad, de su silencio pues no hay ni una sola palabra de él en los Evangelios, tuvo que sentir una enorme alegría al saber que el embarazo de María era obra del Espíritu Santo.¡ Nada menos que obra de Dios!  ¡Tener que proteger a un hijo de Dios!, incluso si no sabía exactamente en qué consistiría su papel. Pero sería importante y lleno de responsabilidad.

- Dios, a través del Ángel, le encargaba de cuidar a su Hijo y a su Madre que ya quería, pues  ¿Quien puede no querer a María que destacaba entre todas las jóvenes del pueblo?

¿Cómo sería de ahora adelante su vida? Dios no puede querer el mal por su Hijo. Luego le ayudaría en la tarea. Eso también era importante.

- Pero, no todos los hombres son buenos. Y Herodes quiere matar al niño. Menos mal que el Ángel siempre lo vigila. De prisa, en marcha. Y evita todos los escollos, la fatiga, y consigue llegar a Egipto, sanos y salvos, los tres. ¡Qué alegría!

- Por fin, de vuelta a Nazaret, en casa. Entre los suyos. Poder trabajar en lo que le gusta, ayudado por su hijo.

- Pero, ha envejecido, y ve el final de su vida. Pero, ¿cómo va a angustiarse si su Hijo ya es un hombre que sabrá proteger a su madre? ¡Qué paz, estar acompañado por los dos seres que más quiere en esta vida!

- Dios ha sido grande con él:  le ha acogido con alegría, ha visto que ha sido obediente a su palabra, a sus indicaciones, que ha protegido su familia, ha luchado por ellos, y ha muerto en paz en su compañía.

- Pero, le esperaba, un poco más tarde, una alegría inmensa cuando se encontró con su Hijo resucitado, viéndolo con su verdadero rostro. Y pudiendo adorarLe con todo su amor.  

 

San José, ayúdanos en los momentos difíciles, para después gozar contigo en el paraíso.

 

CHANTAL.

No hay comentarios:

Publicar un comentario