martes, 26 de mayo de 2015

¿ SABEMOS AMAR ?


Si el mundo supiera lo que es amar un poco a Dios, también amaría al prójimo. Al amar a Jesús, al amar a Cristo, también forzosamente se ama lo que Él ama. ¿acaso no murió Jesús de amor por los hombres? Pues al transformar nuestro corazón en el de Cristo, también sentimos y notamos sus efectos. Y el más grande de todos es el amor a la voluntad del Padre, el amor a todo el mundo que sufre, que padece. Es el padre, el hermano lejano, sea inglés, japonés o trapense; también el amor a María. En fin ¿quién podrá comprender el Corazón de Cristo? Nadie, pero chispitas de ese Corazón  hay quien las tiene, muy ocultas, muy en silencio, sin que el mundo se entere.

El camino es la dulce Cruz, es el sacrificio, la renuncia, a veces la batalla sangrienta que se resuelve en lágrimas del Calvario, o en el huerto de los Olivos; el camino, Señor, es ser el último, el enfermo, el pobre oblato trapense que a veces sufre junto a tu cruz. La suavidad del dolor sólo se goza sufriendo humildemente por tí. Las lágrimas junto a tu cruz son un bálsamo en esta vida, y los sacrificios y renuncias son agradables y fáciles cuando anima en el alma la caridad, la fe y la esperanza.

 

San RAFAEL ARNAIZ BARÓN.

(1911  -  1938)

 

 

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