miércoles, 3 de junio de 2015

LIMITES DE LA MISERICORDIA.


 Nadie puede ser más misericordioso que Dios. Hablando según nuestro modo humano, decimos que la misericordia de Dios también conoce límites, que se detiene ante los perjudicados. Sin embargo, es mejor decir que la misericordia de Dios nunca se detiene y se da siempre, como el sol que da luz.. pero ni siquiera el sol penetra donde se han tapiado las ventanas, para quien se ha refugiado en las tinieblas. Los grandes misterios de la vida después de la muerte no se explican con suposiciones o con teorías ideadas por una tolerancia sentimental hacia todo.

La compasión no puede quedarse en un sentimiento vano. Emplea todos los medios para la corrección, a veces incluso penas severas. No serían "misericordiosos" los cuerpos del Estado que permitieran impunemente robar, violentar a los inocentes, perturbar el orden necesario para vivir. No serían misericordiosos los padres que vician a los niños eludiendo su educación y tampoco los maestros que no exigen que se aprendan las lecciones.

Decimos apropiadamente que el espíritu de venganza  es pagano, pero los cristianos tampoco pueden simplificar tanto la realidad como para descuidar la justicia apelando a la misericordia. Conservar un orden apropiado es más misericordioso hacia los demás que un gesto débil de bondad. Es un cobarde quien invoca la misericordia como excusa para no defender la justicia, como es su deber; es un cobarde quien dice que perdona para evitarse  problemas, dejando sufrir a los inocentes.

Trastoca los valores quien sabe perdonar todo aquello que no le atañe, pero que, al contrario, defiende con gran brío sus derechos cuando el mal se hace contra él. En verdad se pueden perdonar solo los males sufridos. Una misericordia así es confirmación de fe en la unión del cuerpo místico de Cristo. Nadie castiga al pie porque ha tropezado contra una piedra, debería recriminárselo a sí mismo. Si creemos que somos uno en Cristo, perdonemos misericordiosamente para encontrar nosotros a su vez misericordia.

 

Cardenal TOMÁS SPIDLIK.

(1919 - 2010)

 

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