sábado, 8 de agosto de 2015

EL SEGADOR.


 
 
 
Un día en el que pensaba  qué podía hacer yo para salvar almas, una frase del evangelio me dio una viva luz. En otro tiempo, Jesús dijo a sus discípulos, enseñándoles los campos de trigo ya maduro: alzad vuestros ojos y ved los campos que blanquean ya para la siega, y un poco más adelante: la mies es abundante pero el número de trabajadores es pequeño, pedid, pues al señor de la mies que le mande trabajadores. ¡Qué misterio! ¿Acaso Jesús no es todopoderoso? ¿Acaso las criaturas no son de quien las ha hecho? Entonces, ¿por qué Jesús dice: Pedid, pues, al señor de la mies que le mande trabajadores? Por qué? Jesús nos tiene un amor tan incomprensible que quiere que tomemos parte con él en la salvación de las almas. No quiere hacer nada sin  nosotros. El creador del universo espera la oración de una pobre y pequeñita alma para salvar a las demás rescatadas como ella, al precio de toda su sangre. Nuestra vocación no es ir a segar los campos de trigo maduro. Jesús no nos dice: "Bajad los ojos, mirad los campos e id a segarlos". Nuestra misión es todavía más sublime. Éstas son las palabras de nuestro Jesús: "¡Levantad los ojos y mirad! Mirad como en mi cielo hay lugares vacíos, os toca a vosotros llenarlos; vosotros sois mis Moisés orando sobre el monte. Pedidme obreros y yo os los enviaré, no espero otra cosa que una plegaria, un suspiro de vuestro corazón".
 
Santa TERESA DEL NIÑO JESÚS.
(1873 - 1897)

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