domingo, 9 de junio de 2013

EL CONTEMPLATIVO ESPERA LA PALABRA DE DIOS.


 
La contemplación es esencialmente una escucha en el silencio. Estar expectante. Y también, en cierto sentido, debemos empezar a escuchar a Dios cuando hemos terminado de contemplar. ¿Cuál es la explicación de esta paradoja? Quizás que hay una clase de escucha más elevada, que no es prestar atención a la longitud de cierta onda, la receptividad de cierto mensaje, sino un vacío que espera realizar la plenitud del mensaje de Dios dentro de su aparente desierto. En otras palabras, el verdadero contemplativo no es el que prepara su mente para un mensaje particular que él quiere o espera escuchar, sino el que permanece vacío porque sabe  que nunca puede  esperar o anticipar la palabra que transformará su oscuridad en luz.

Ni siquiera llega a anticipar una clase especial de transformación. No pide la luz en vez de la oscuridad. Espera la palabra de Dios en silencio, y cuando es respondido, no lo es tanto por una palabra que brota del silencio. Es por su silencio mismo, que de repente, revelándose inexplicablemente a él como la palabra de máximo poder, se llena de la voz de Dios.

 

Thomas MERTON
Monje trapense estadounidense. (1915 – 1968)

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