miércoles, 25 de diciembre de 2013

LOS PASTORES.



Dice el Evangelio que los pastores estaban al raso, velando por turnos. En esa situación están envueltos por la gloria del cielo. Es como si se nos dijera que quien no se protege del cielo, quien no se siente amenazado por Dios, sino que permanece en la esperanza, puede conocerlo. Y también nos dice que él desea entrar en relación con el hombre. En la liturgia de la iglesia podemos sentir algo semejante, porque Dios sigue visitándonos. De manera especial lo reconocemos en el Gloria. Para introducirnos en ese misterio y tomar conciencia de ello, es preciso no protegerse ni poner obstáculos entre nuestra vida y el cielo.
Al mismo tiempo, aquellos hombres permanecían en vela. Tenían que custodiar el rebaño, pero no frente a las amenazas de lo alto, sino de las alimañas y los ladrones. También debemos cuidar nuestro corazón. Insisten los comentaristas en que los pastores son los primeros en conocer el nacimiento de Jesús precisamente porque están atentos. Hay muchísimas cosas que pueden distraernos de lo esencial. Sabemos que es fácil, incluso en estas fiestas tan señaladas, ocuparnos en muchas cosas y olvidar lo que celebramos. Por eso debemos oír de nuevo que un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre nos espera.
La señal era pequeña, pero el anuncio es una gran alegría porque nace el Mesías. Solo quien es profundamente conciente de que necesita ser salvado entiende el valor de un indicio por humilde que sea. Si queda alguna reticencia, debemos hacer como los pastores y animarnos los unos a los otros para ir a Belén, hacia Jesús que se acerca pequeño para que no le temamos y despertar el amor en nuestro corazón.
En la ciudad de Belén, los pastores encuentran también a María y a José. De ellos aprendieron a mirar a Jesús, y con ellos encontraron la paz y el saber como mirar a Jesús. Luego salieron a contar a los demás lo que han visto, prolongando el canto de los ángeles del cielo. Como también nosotros tenemos que comunicar a los demás nuestro encuentro.


David AMADO FERNÁNDEZ

2 comentarios:

  1. Querida Chantal; te voy a contar lo que ocurrió aquella noche de la pluma de San Lucas que era un fiel confidente de la Virgen:Ella se lo refirió:
    Aquella tarde llegaron a un recinto, lleno de estiercol, más o menos habitable: a José se le partía el alma;pero María lo animaba. Con unas ramas, hicieron una escoba y trataron de limpiar aquel suelo sucio. José trajo un poco de heno, cubrió el suelo para hacer un jergón para que María pudiera acostarse, que ya no podía más.; la ayudó a recostarse , la cubrió con una manta y la dejó descansando ya ,mientras él salía de nuevo para buscar leña.En la entrada hizo un gran fuego para secar aquel ambiente húmedo e inhóspito.
    María se había quedado dormida:
    A media noche,NACE JESÚS..NACE EL MESÍAS. NACE NUESTRO SALVADOR...(Tiempo para la reflexión).

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  2. Querida Chantal Ha nacido el Mesías y, la penosa y perpleja vida humana, se ha convertido, de repente y para siempre en la Historia personal de Dios...A unos cuantos kilómetros había unos pastores con sus rebaños cuando el pastor vigía advirtió un extraño fenómeno: sobre Belém: una nube blanca que emitía una luz que iba aumentando su intensidad y le empezó a entrar miedo. Se fue corriendo a donde estaban descansando los demás que salieron precipitadamente y la nube luminosa crecía y crecía y se venía hacia ellos. Ahora lo que sentían ya era terrorífico. Terror ante lo sobrenatural...se tiraron al suelo, boca abajo para protegerse.Aquella nube envolvía un Ángel que se acercó diciendo:¡No temáis! ¡Os ha nacido un Salvador; el Mesías, el Señor! En aquel lugar de Belém, en efecto, María nos ha pedido unas pajitas y unas hierbecitas suaves para llenar el Pesebre y quitarle el frio. Allí colocó EL TESORO que Dios le había entregado.Todos estaban de rodillas sin quitar la vista del Niño...SILENCIO; José y María intentando traducir la respiración de aquel Niño que ya nos está "hablando". Entre las ovejas, los pastores, están sentados en el suelo,sin moverse, porque los ángeles le cantaban al NIÑO el villancico de la vida: A Dios Gloria en el Cielo, porque es el que tiene el honor y el poder; en la tierra PAZ a la humanidad entera, a la que ama el Señor...Todavia se oyen los Aleluyas de los ángeles que se están retirando.Ahora los pastores piensan cómo organizarse para poder ir a ver al Niño; como no pueden ir todos, lo echan a suertes y deciden los regalos que han de ofrecerle: le llevarán leche, requeson y miel, entre otras cosas; están sobrecogidos por las palabras del Ángel"Os ha nacido el Mesías" y no dejaban de repetirlo"NOS HA NACIDO".Ya están en Belén, los recibe José y, del fondo, sale también María; el Nño acurrucadito en el Pesebre duerme plácidamente; ellos iban entregando a José y María los regalitos que habían recogido. Tímidos y respetuosos rodearon el Pesebre con emoción y ternura. Uno de ellos se arrodilló y, después se arrodillaron todos y no le quitaban ojo al Niño. María, sacó al Niño del Pesebre y se lo dio a besar...Ni se atrevían a tocarlo; uno sí le cogió un piececito y lo estuvo acariciando un rato; lloraba y daba gracias a Dios por todo lo que estaban viendo y por todo lo que se decía de aquel Niño.No sabian despedirse pero al fin lo hicieron; uno de ellos, dice San Lucas que con mucha delicadeza le dio un beso en la frente al recién nacido y que se fueron muy calladitos.
    Al amanecer, María se puso en pie para desentumecer los músculos, y José también se levantó; le daba mucha pena dejar a María sola con el Niño,´pero debía preparar la mula y salir pronto a ver si encontraba un techito para ofrecer a Jesús y a María.Nosotras estamos aquí para algo.No podemos dejarla sola, salvando las consabidas distancias, siempre desde nuestro lugar, sin entremezclarnos, le podemos decir a María que aquí, estamos, para lo que haga falta, que cuente con nosotras. ; y con Maruja. Un beso. MªJosé

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