sábado, 12 de abril de 2014

EL HOMBRE A SU MUJER...



Háblale así a tu esposa: “Te he escogido, te amo y te prefiero más que a mi propia vida. Si se nos concede agradar a Dios durante esta vida, eternamente estaremos con Cristo y el uno con el otro en una felicidad sin límites. Tu amor me llena de gozo más que todo y no conocería una desdicha más insoportable que estar separado de ti. Aunque tuviera que perderlo todo, llegar a ser más pobre que un mendigo, arriesgar los más grandes peligros, todo me sería soportable con tal de que permaciera tu afecto hacia mí”

Será también necesario que tu conducta sea conforme a estas palabras. Demuestra a tu mujer que aprecias mucho el poder vivir con ella y que, por ella, prefieres estar en casa que en la plaza. Prefiérala a todos los amigos.

Haced en común vuestras oraciones. Que cada uno vaya a la iglesia y en casa el marido pregunte a su mujer, y la mujer a su marido, qué es lo que allí se ha dicho y leído. Aprended el temor de Dios; todo lo demás irá viniendo como de una fuente y vuestra casa se llenará de bienes innumerables. Aspiremos a los bienes incorruptibles, que los otros no nos faltarán. Buscad primero el reino de Dios, y todo lo demás se os dará por añadidura.

 

San JUAN CRISOSTOMO

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