viernes, 11 de abril de 2014

UN NUEVO ORDEN EN EL TRIBUNAL.




Los actos de contrición de Israel eran profundos y personales. Indudablemente eran memorables y tienen que haber producido un efecto duradero en las vidas de muchas personas.
No podemos valorar en absoluto el Nuevo Testamento si no entendemos los sacramentos del Antiguo Testamento. Jesús no vino  substituí algo malo por algo bueno; mas bien, vino a tomar algo grande y santo y lo llevó a un cumplimento divino. La Antigua Alianza no murió agotada y exhausta, sino que adquirió ida nueva con la Nueva Alianza de Jesucristo.
“Errar es humano, perdonar es divino” dijo Alexander Pope. La fe en el poder de Cristo para perdonar los pecados es una señal del creyente. El día que resucitó de la muerte, Jesús dijo a sus discípulos: La paz sea con vosotros… Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les son perdonados, a quienes se los retengáis, les son retenidos. (Jn 20, 22-23). Estaba nombrándoles sacerdotes para administrar un sacramento, pero también juece3s para juzgar la actuación de los creyentes.
Cuando los discípulos oían a Jesús hablar de perdón y de confesión, le comprendían gracias a lo que ya conocían. Así ce cerró la Antigua Alianza por dar paso a la Nueva Alianza.
El cristianismo no abandonó bruscamente el pensamiento y las prácticas del antiguo Israel. Difícilmente lo hubieran aceptado los contemporáneos de Jesús. La Didaché o Enseñanza de los Apóstoles, redactada en torno al año 48 d.C,  dice: “en la Iglesia, confiesa tus pecados, y no te acerques a tu oración con mala conciencia.” La doctrina de la Iglesia sobre la penitencia se ha desarrollado a lo largo del tiempo, pero si ciertos aspectos pueden parecer distintos de una época a la otra, el sacramento continúa siendo el mismo.

Scott HAHN.

Señor, ten piedad.

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