domingo, 18 de mayo de 2014

LA FIESTA DE LA FELICIDAD.


 

 

Jesús dijo: Yo no subo a esta fiesta porque mi tiempo no se ha cumplido todavía. La fiesta más excelente y más verdadera, la fiesta suprema, es la celebración de la vida eterna, es decir, la felicidad eterna donde estaremos realmente cara a cara con Dios. El tiempo que nuestra vida nos concede es para buscar a Dios y experimentar su presencia en todos nuestros trabajos, nuestra vida, nuestro querer, nuestro amor. Por lo tanto debemos elevarnos por encima de nosotros mismos y todo lo que no es Dios, no queriendo y no amando más que a Dios.

Este verdadero tiempo de la fiesta de la vida eterna, todos lo desean, es un deseo natural, puesto que todos los hombres, naturalmente quieren ser felices. Pero el deseo no es suficiente. Debemos seguir y buscar a Dios por sí mismo. A mucha gente le encantaría experimentar un anticipo del verdadero y gran día de la fiesta, y se quejan de que no se les da. Les duele cuando en la oración no experimentan un día de fiesta y no sienten la presencia de Dios. Rezan menos y lo hacen de mal humor, diciendo que no sienten a Dios y que ésta es la razón por la que la acción y la oración se hacen enojosas. Eso es lo que el hombre nunca debe hacer, nunca debemos afrontar cualquier trabajo con tibieza, porque Dios siempre está presente, incluso si no lo sentimos, porque Él ha entrado secretamente en la fiesta.

 

Juan TAULERO

1 comentario:

  1. "Yo no subo a esta fiesta porque mi tiempo no se ha cumplido todavía..."
    Querida Chantal: Nosotras, por una Gracia especial del Creador, ya estamos participando de esa Fiesta...Él, que nos ama tanto, nos concede el tiempo necesario para que nos arreglemos bien. Al Banquete no podemos presentarnos si no vamos con un bonito "traje de fiesta" y un cuidado"policromado"...Quiere que seamos las más "hermosas"y, no tiene prisa y, nos permite el tiempo necesario para que nos arreglemos bien.

    Dios, que es puro AMOR, nos creó sin que nosotros se lo hubiéramos pedido,porque nos necesitaba, porque tiene unos planes determinados para cada uno;nos creó y, en el claustro materno, nos consagró, es decir, nos bendijo y nos segregó, es decir: "nos apartó del mundo", aunque nos haya echado al mundo para cumplir una misión en el mundo, no pertenecemos al mundo; esto lo sabemos y lo tenemos muy claro; tanto si sentimos su Presencia como si no,nosotros somos suyos, Si somos fieles a nuestro Bautismo y vivimos unidos a Jesucristo Resucitado a través de la Eucaristía, la Trinidad Santísima vive en cada uno de nosotros; y, el propio Jesús, se estremece de gozo en el Espíritu Santo y se ofrece al Padre emocionado recitando la oración que recitara cuando regresaron los 72 discípulos, felices, después de su primera misión apostólica, que tan solo por "actuar en nombre de Jesús", habían conseguido que el mismo Satanás "cayera de su trono": "Te bendigo, Padre, Señor del Cielo y de la Tierra porque estas cosas no las entiende la ciencia humana- los sabios y prudentes de este mundo_y las abriste a los sencillos y pequeños".

    Querida Amiga; creo que es una gran irreverencia que unas criaturas pobres como nosotras, ofrezcan oraciones al Eterno Padre. Creo que sólo nos podemos dirigir al Padre a través del Único Mediador: Jesucristo. No importa sentir o no sentir su Presencia; sabemos que está, sabemos que nos ama tanto si somos buenos como si somos malos, sabemos que a Dios no se le puede poseer, no se puede aprehender en la mano como si fuera un objeto...A Dios se le posee, abandonándose ,con la confianza, el temor y el amor de un hijo. Dios quiere que nos sintamos hijos, no esclavos.Y Jesús, el adorador de Dios, en lo más íntimo de su ser experimenta una inmensa alegría cuando nos ve unidas a El como discípulas, con pretensiones que superan nuestras capacidades humanas... Nos ponemos "guapas" para la Fiesta. Un beso. MªJosé

    ResponderEliminar