sábado, 30 de enero de 2016

EL ESPIRITU CRÍTICO A TODA COSTA.


En Nazaret, Jesús señala que la respuesta del hombre no podía relegarse al pasado ni dejarse para el futuro. Los con­temporáneos de Cristo, como también nosotros, son urgi­dos a una respuesta inmediata. Leemos que los habitantes de Nazaret se maravillaban de sus enseñanzas. Sin embargo, rápidamente aparece el espíritu crítico. Este opera buscando una excusa para no tener que reconocer lo que se impone. Guardini habla de la irrupción del escándalo, que significa «el exabrupto de una irritación del hombre contra Dios. Contra lo más propio de Dios, es decir, contra su santidad». Y éste actúa de forma solapada, indirectamente, y por eso se pre­guntan: ¿No es éste el hijo de José?

Resulta curioso cómo, en ocasiones, admiramos la abne­gación, el espíritu religioso y la entrega a los demás de per­sonas que viven lejos de nosotros y de los que tenemos noticia indirecta. Sin embargo, cuando en nuestros ambien­tes la santidad se manifiesta a través de alguien cercano, nos cuesta aceptarla tal cual y nos fijamos en sus limitaciones o defectos para minimizarla.

El evangelio es tremendo al mostrar el paroxismo al que llegaron los habitantes de Nazaret. Recriminados por Cristo, que les mostró, a través de los episodios de la historia, cómo antepasados suyos habían rechazado a los profetas, llegan a la extrema locura de querer despeñar a Cristo. Todo es fruto de una turbación de la mente, que hunde sus raíces en el pecado, y de negai-se a la posibilidad de que lo cotidiano se convierta en extraordinario, de que nuestra vida habitual quede transfigurada foor el poder de la gracia.
Así, el evangelio de hoy podemos verlo como una invita­ción a tomarnos en serio la llamada a la santidad, que es el ofrecimiento que Cristo nos hace de su amistad. ¡Qué más hermoso que su misericordia penetre en todo nuestro ser! ¡Que la práctica religiosa deje de ser un mero añadido a nuestras ocupaciones para convertirse en la expresión de la acción de Dios en nuestra vida y en el mundo


David AMADO FERNÁNDEZ

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