viernes, 5 de agosto de 2016

EL PUEBLO ERRANTE.


Mirad a vuestro alrededor, hermanos: ¿por qué hay tantos cambios y luchas, tantos partidos y sectas, tan­tos credos? Porque los hombres están insatisfechos e inquietos. ¿Y por qué están inquietos, cada uno con su salmo, su doctrina, su lengua, su revelación, su interpre­tación? Están inquietos porque no han encontrado; todo esto todavía no los ha llevado a la presencia de Cristo, que es la plenitud de la alegría y la felicidad eterna. Si hubieran sido alimentados por el Pan de la vida y probado el panal de miel, sus ojos se habrían vuelto claros, como los de Jonatán, y habrían reconocido al Salvador de los hombres. Pero no habiendo percibido estas cosas invisibles, todavía deben buscar, y están a merced de rumores lejanos.

Triste espectáculo: el pueblo de Cristo errante sobre las colinas como ovejas sin pastor. En lugar de buscarlo en los lugares que siempre frecuentó y en la morada
que estableció, se detienen en proyectos humanos, siguen a guías extranjeros y se dejan cautivar por opi­niones nuevas, se convierten en el juguete del azar o del gozo del momento y víctimas de su propia volun­tad. Están llenos de ansiedad, de perplejidad, de celos y de espanto, bamboleados y llevados por el viento de cualquier doctrina, por la astucia de los hombres y su propia astucia que se obstina en el error. Todo esto porque no buscan el Cuerpo único, el Espíritu único, la única esperanza de su llamada, el único Señor, la fe única, el bautismo único, el Dios único y Padre de todos para encontrar el descanso de sus almas.

Beato John Henry Newman



No hay comentarios:

Publicar un comentario