martes, 9 de agosto de 2016

EL REINO ESTÁ CERCA.


El hombre contemporáneo cree más a los testigos que a los maestros; cree más en la experiencia que en la doctrina, en la vida y los hechos que en las teorías. El testimonio de vida cristiana es la primera e insustituible forma de la misión: Cristo, de cuya misión somos conti­nuadores, es el Testigo por excelencia y el modelo del testimonio cristiano. La primera forma de testimonio es la vida misma del misionero, la de la familia cristiana y la comunidad eclesial, que hace visible un nuevo modo de comportarse. Todos en la Iglesia, esforzándose por imitar al divino Maestro, pueden y deben dar este tes­timonio, que en muchos casos es el único modo posi­ble de ser misioneros.

El testimonio evangélico al que el mundo es más sen­sible es el de la atención a las personas y el de la cari­dad para con los pobres y los pequeños, con los que sufren. La gratuidad de esta actitud y de estas accio­nes, que contrastan profundamente con el egoísmo presente en el hombre, hace surgir preguntas precisas que orientan hacia Dios y el evangelio. Incluso trabajar por la paz, la justicia, los derechos del hombre, la pro­moción humana es un testimonio del evangelio, si es un signo de atención a las personas y está ordenado al desarrollo integral del hombre.

San JUAN PABLO II

No hay comentarios:

Publicar un comentario