viernes, 7 de julio de 2017

EL AMOR GANA LA TIERRA Y EL CIELO.


El amor nos eleva hasta una altura inefable. El amor nos une a Dios, el amor cubre la multitud de los peca­dos, el amor lo aguanta todo, lo soporta todo con paciencia; nada sórdido ni altanero hay en él; el amor no admite divisiones, no promueve discordias, sino que lo hace todo en la concordia; en el amor hallan su per­fección todos los elegidos de Dios, y sin él nada es grato a Dios. En el amor nos acogió el Señor: por su amor hacia nosotros, nuestro Señor Jesucristo, cumpliendo la voluntad del Padre, dio su sangre por nosotros, su carne por nuestra carne, su vida por nuestra vida.

Ya veis, amados hermanos, cuan grande y admira­ble es el amor y cómo su perfección es inenarrable. Nadie es capaz de practicarlo adecuadamente si Dios no le otorga este don. Oremos, por tanto, e implore­mos la misericordia divina, para que sepamos practicar sin tacha el amor, libres de toda parcialidad humana. Todas las generaciones anteriores, desde Adán hasta nuestros días, han pasado; pero los que por gracia de Dios han sido perfectos en el amor obtienen el lugar destinado a los justos y se manifestarán el día de la lle­gada del reino de Cristo.

San Clemente de Roma

Posiblemente fue colaborador de san Pablo; fue el tercer sucesor de san Pedro y autor de la carta a los Corintios (96?). Murió mártir.

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