miércoles, 11 de septiembre de 2013

APRENDIZAJE DEL AMOR A SÍ MISMO.



El gran secreto de toda fecundidad y crecimiento espiritual es aprender a dejar hacer a Dios: Sin mí no podéis hacer nada. Así, una de las condiciones más necesarias para permitir que la gracia de Dios obre en nuestra vida es decir “Sí” a lo que somos y a nuestras circunstancias.
Dios es realista. Su gracia no actúa en lo imaginario, lo ideal o lo soñado, sino sobre lo real y lo concreto de nuestra existencia. La persona a la que Dios ama con cariño de un Padre no es la que a mí me gustaría ser. Es sencillamente “la que soy”. Dios no ama personas virtuales. A Él no le interesa santos de pasta flora, sino nosotros, pecadores como somos. A veces perdemos tontamente el tiempo quejándonos de no ser de tal o cual manera, por tener tal defecto o limitación. Pero lo que a menudo, impide la acción de la gracia en nuestra vida no son tanto nuestros pecados como esa falta de aceptación de nuestra debilidad. Para “liberar” la gracia en nuestra vida y permitir esas transformaciones, bastaría decir un “sí” a esos rechazos interiores. Admitirlos. Si no admito tal falta o debilidad o haber caído en este o aquel pecado, sin darme cuenta hago estéril la acción del Espíritu Santo. Éste influye en mí en la medida en que lo acepte. Y si no me acepto como soy, impido que el Espíritu Santo me haga mejor.

Jacques PHILIPPE
La libertad interior.


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