domingo, 22 de septiembre de 2013

JUDÍO, ISRAELITA, SIONISMO, HEBREO.


 

JUDÍO, ISRAELITA, HEBREO, SIONISTA.

 

El término       JUDÍO   tiene dos aspectos. Nació del gentilicio que usaron los persas y los naturales del territorio de Judá y tomó después un sentido religioso, así que también es válido para designar a cualquier miembro de religión judía. E incluso tiene un matiz nacionalista: en Israel hay quien no cree en nada en absoluto, y quien cree solo en la religión, pero ambos se sienten judíos. La definición oficial se limita a afirmar que judío es todo aquel que nace de vientre judío.

En cuanto al término  ISRAELITA, es el que define al pueblo de Israel. Se suele utilizar para aludir a los tiempos bíblicos, mientras que para designar al ciudadano de Israel actual se utiliza el gentilicio Israelí. No es una ley gramatical, pero sí una distinción útil.

Por su parte, el  SIONISMO  es un corriente de pensamiento que nace en la Alemania del siglo XIX con Thomas Herzl. Su propósito es reconstruir el Estado de Israel utilizando la influencia y el dinero de los judíos de todo el mundo. Es una teoría que se hace praxis: empiezan a recoger dinero y a comprar terreno en Israel bajo el imperio británico, lo que hubiera sido imposible durante el imperio otomano. A partir de 1918 adquieren tierras que fueron el punto de partida de lo que podríamos llamar posesiones del Estado. Luego aparece otra  corriente que, acogiendo el sionismo como ideología  para establecerse en Israel, lo tiñe de socialismo. Son los judíos que llegan durante el mandato británico y fundan las primeras granjas colectivas. Finalmente el sionismo se convierte en ideología.

El apelativo  HEBREO   lo utilizan los extranjeros en la Biblia para designar a los israelitas por el hecho de que hablan hebreo, un idioma semítico, primo del arameo, del siríaco y del árabe. Con el tiempo se convirtió en una lengua sacra, algo semejante al latín para nosotros. No había desaparecido, pero no era una lengua viva. Cuando se crea el estado de Israel, uno de sus problemas es la babel idiomática de los pioneros que llegan de 50 o 60 naciones distintas. Se logró la unidad restaurándolo en una labor extraordinaria. A los que fueron después se les sumergió en el hebreo, lo que constituyó un aglutinante poderoso.

 

José Manuel SANCHEZ CARO.

Director del Instituto Español Bíblico de Jerusalén.

 

 

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