martes, 17 de mayo de 2016

MI PAZ OS DOY.


El Espíritu de Dios es espíritu de paz; incluso cuando pecamos gravemente, nos hace percibir un dolor tran­quilo, humilde y confiado, debido precisamente a su misericordia. Por el contrario, el espíritu del mal, excita, exaspera, y nos hace experimentar, cuando faltamos, una especie de cólera contra nosotros; y sin embargo, deberíamos ejercer hacia nosotros mismos la primera de las caridades. Cuando estás atormentado por cier­tos pensamientos, esta agitación no proviene de Dios, sino del demonio; pues Dios, por ser espíritu de paz, te da la serenidad.

San Pio de PIETRELCINA

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