martes, 3 de mayo de 2016

ESPIRITU SANTO Y ORACIÓN.


Jesús nos ha conseguido el envío del Espíritu Santo. Aunque el Espíritu es un Don —precisa­mente uno de sus nombres es el de Don—, y es, por tanto, gratuito, podemos y debemos hacer de nuestra parte para atraer ese Don. No hemos de ol­vidar que el Paráclito es fruto de la Cruz. Ésa es la interpretación mística de la muerte de Cristo en la Cruz: «inclinando la cabeza, entregó su Espíri­tu» (Jn 19, 30), avalada por el hecho que después de la lanzada saliese agua y sangre de su costado herido. «El agua que sale del costado traspasado de Jesús es vista por Juan como el cumplimiento de la promesa sobre los ríos de agua viva que brotarían de su seno y como signo del Espíritu que recibirían los que creyeran en Él (cfr. Jn 7, 39). Lo que fue la paloma en el Bautismo de Jesús (cfr. Jn 1, 32), es ahora el agua en este bautismo de la Iglesia; es de­cir, un símbolo visible de la realidad invisible del Espíritu. Tenemos una confirmación explícita de ello en el mismo evangelista, cuando, refiriéndose ciertamente, a este momento, habla de las tres co­sas que dan testimonio de Jesús: el Espíritu, el agua y la sangre (1 Jn 5, 8). El agua y la sangre son los vehículos sacramentales a través de los cuales el Espíritu actuará en la Iglesia, o, sencillamente, los símbolos de su efusión acaecida sobre la Iglesia»33.

Para recibir el Espíritu Santo acudimos a los sa­cramentos, especialmente a la Eucaristía, renovación sacramental de ese sacrificio de la Nueva Alianza, en donde se nos da junto con el Cuerpo de Cristo su Espíritu.

La oración de petición es otro medio para con­seguir el Santo Espíritu. «Pedid y recibiréis, bus­cad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, y quien busca halla, y al que llama se le abre. ¿Qué padre entre vosotros si un hijo le pide un pan le dará una piedra? ¿O si le pide un pez, le dará en vez de un pez una serpiente? ¿O si le pide un huevo le dará un escorpión?» Y el Se­ñor concluye: «Si vosotros, pues, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?» (Le 11, 13).

Javier FERNÁNDEZ-PACHECO

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