lunes, 27 de junio de 2016

EL DIOS DE LOS VIVIENTES


La Sagrada Escritura y la Tradición no cesan de ense­ñar y celebrar esta verdad fundamental: «El mundo ha sido creado para gloria de Dios». «Dios ha creado todas las cosas», dice san Buenaventura, «no para añadir nada a su gloria, sino para manifestar y comunicar esta glo­ria». Porque Dios no tiene otra razón para crear que su amor y su bondad. «El amor es la llave que ha abierto la mano de Dios para crear todo lo que existe» (santo Tomás de Aquino).
La gloria de Dios consiste en que se realice esta mani­festación y esta comunicación de su bondad en vista de las cuales ha sido creado el mundo. Hacer de nosotros hijos adoptivos por Jesucristo: éste fue el designio bene­volente de su voluntad a la alabanza de su gloria y su gracia. «Porque la gloria de Dios es el hombre viviente, y la vida del hombre es la visión de Dios: si la revelación de Dios por la creación procura la vida a todos los seres que viven en la tierra, cuánto más la manifestación del Padre por el Verbo procura la vida a aquellos que ven a Dios» (san Ireneo). El fin último de la creación es que Dios, «el creador de todos los seres, llegue a ser todo en todos procurando a la vez su gloria y nuestra bien­aventuranza»

(Concilio Vaticano II).

No hay comentarios:

Publicar un comentario