viernes, 17 de junio de 2016

ESPIRITU SANTO.


El Espíritu Santo fue enviado a los santos discípulos y a todos aquellos que estaban reunidos con ellos, y esto se dio de una manera increíblemente ajena a ellos; en cuanto al misterio escondido y oculto sobre estas mara­villas, no existía razón alguna, ninguna criatura sabía sobre ello, ni lo concebía, ni sabía cómo nombrarlo. El Espíritu Santo es una inmensidad de inconmensu­rable grandeza y tan dulce como todas las grandezas e inmensidades que la razón misma pueda concebir. Por eso, el Espíritu Santo mismo debe preparar el lugar donde ser recibido, trabajar para hacer que el hombre sea capaz de recibirlo.
La casa se llenó por completo. Esta casa simboliza a la santa Iglesia, que es la obra de Dios, pero también simboliza a cada hombre habitado por el Espíritu Santo. Una casa tiene muchas estancias, habitaciones, y en el hombre existen muchas facultades, sentidos y ener­gías diferentes: el Espíritu Santo las visita todas. Desde que llega, presiona, impulsa al hombre, despierta en él ciertas inclinaciones, trabaja con él y le da claridad. Esta visita y estas acciones interiores no son percibidas de la misma manera por todos los hombres. Cuanto más se entregue a su propio recogimiento, más con­ciencia tendrá el hombre de esta manifestación interior y siempre creciente del Espíritu Santo.


Beato Juan TAULERO

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