viernes, 8 de julio de 2016

LA OBEDIENCÍA EN MARÍA.


No sabes lo que la obediencia es capaz de realizar por un sí, por un simple sí... Que se haga en mí según tu palabra, y María se convierte en madre de Dios. Diciendo su sí se declara esclava del Señor y conserva intacta su virginidad, tan estimada por ella misma y por Dios. Por este sí de María, el mundo obtiene la salva­ción, la humanidad es rescatada. Entonces, procuremos nosotros también cumplir la voluntad de Dios y diga­mos sí todos los días al Señor.

Que María haga florecer en tu alma nuevas virtudes y que te guarde. Ella es el mar que hay que atravesar para llegar a las costas esplendorosas de la eternidad. Permanece, pues, siempre con ella. Apóyate en la cruz de Cristo, a ejemplo de María. Encontrarás un gran ali­vio y fortaleza. María permanecía de pie bajo la cruz, junto a su Hijo crucificado. En ningún momento Jesús la amó tanto como en aquel trance de sufrimientos intolerables.

San Pío de Pietrelcina

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