martes, 12 de julio de 2016

LA SOBERBIA.


La Ley dice: O/o por ojo, diente por diente. A través de los santos mandamientos, Cristo nos enseña a puri­ficar nuestras pasiones a fin de que éstas no nos hagan caer de nuevo en los mismos pecados. Nos muestra la causa que nos hace llegar al desprecio y a la trans­gresión de los preceptos de Dios, y nos proporciona el remedio para que podamos obedecer y ser salvados.

¿Cuál es el remedio y la causa de este desprecio? Escuchad lo que nos dice el mismo Señor: Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encon­traréis el descanso para vuestras almas. De manera breve, con una sola palabra, nos muestra la raíz y la causa de todos los males junto con su remedio, fuente de todos los bienes. Nos enseña que lo que nos hace caer es la soberbia, y que no es posible alcanzar mise­ricordia sino por la humildad, que es la disposición con­traria. De hecho, la soberbia engendra el desprecio y la desobediencia que conduce a la muerte, mientras que la humildad engendra obediencia y la salvación de las almas. Yo entiendo la verdadera humildad no como rebajarse de palabra y en actitudes, sino como una dis­posición verdaderamente humilde en lo más íntimo del corazón y del espíritu. Por esto dice el Señor: Yo soy manso y humilde de corazón. El que quiera encon­trar el verdadero descanso para su alma que aprenda a ser humilde.

San Doroteo de Gaza

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