viernes, 2 de septiembre de 2016

VARÓN - MUJER ----- CRISTO - IGLESIA

Por lo demás, entre cristianos, ni la mujer sin el varón, ni el varón sin la mujer, dice san Pablo. En el evangelio, el hombre y la mujer se encaminan juntos hacia el reino. Cristo llama al hombre y a la mujer sin separarlos. Dios los une y la naturaleza los junta, dándoles, por una conformidad admirable, poder participar en las mismas funciones y obras. Por el lazo del matrimonio, Dios hace de dos seres uno solo y de uno solo hace dos, de manera que uno descubre en el otro un segundo «yo-mismo», sin perder su personalidad ni confundirse con el otro.
¿Por qué en las imágenes que Dios nos da de su reino hace intervenir al hombre y a la mujer? Gran misterio éste, que yo refiero a la unión de Cristo y de la Iglesia.
Estas palabras evocan el misterio más grande de la humanidad: el hombre y la mujer han puesto fin a la condena del mundo, una condena que duraba siglos. Adán, el primer hombre, y Eva, la primera mujer, son conducidos del árbol del conocimiento del bien y del mal al fuego. Los ojos que el árbol de la tentación había cerrado a la verdad, abriéndolos a la ilusión del mal, son abiertos por la luz del evangelio y cerrados al mal. Estas bocas enfermas por el fruto del árbol envenenado son curadas por el sabor delicioso de la salvación, de aquel árbol cuyo sabor de fuego abrasa los corazones.
San PÈDRO CRISÓLOGO.

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