martes, 28 de febrero de 2017

LA SIEMBRA EN LA GALERÍA DE LOS GENTILES.


El evangelio nos narra los inicios del ministerio público de Jesús. El Señor no empieza su predicación en Jerusalén, donde estaba el centro físico del culto de Israel, sino en una zona que era vista con cierto desprecio por parte del judaismo: Galilea de los gentiles. Continuamente descu­brimos cómo el amor del corazón de Cristo lo mueve hacia los desfavorecidos, hacia los despreciados. Va a una tierra que vive en tinieblas para llevar la luz. Si aplicamos toda la profecía de Isaías, que leemos en la primera lectura, vemos que Jesús empieza allí a mostrar la salvación que conlleva la alegría. Este texto nos mueve a muchas consideraciones. Por una parte, está todo lo que ha dicho el papa Francisco sobre «una Iglesia en salida», que busca a los que aún no conocen a Cristo para mostrarles su misericordia. También nos habla de que nadie debe ser dejado de lado por un prejuicio. El poder de transformar los corazones viene de la gracia.

San Mateo resume así el inicio de la predicación de Cristo: Convertios, porque está cerca el Reino de los cielos. La sal­vación es algo que se nos da, pero que ha de ser acogido. El Reino no se instaura de forma violenta. No es así el proceder de Dios. De ahí que se haga una llamada a la conversión. Se indica así también que solo se participa verdaderamente de ese reino si nos abrimos al amor de Dios. De nada nos ser­viría que todo se transformara a nuestro exterior si no fué­ramos capaces de participar de ello.

DAVID AMADO FERNÁNDEZ

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