viernes, 11 de agosto de 2017

AMAD A VUESTROS ENEMIGOS.


Queridos hermanos, nadie puede dispensarse de amar a los enemigos. Alguien me puede decir: "Yo no puedo ayunar, no puedo orar durante la noche". ¿Se puede decir: no puedo amar? Uno puede dech «No puedo dar todos mis bienes a los pobres y servil a Dios en un monasterio», pero no se puede decir: «Yo no puedo amar"

Tú me dirás: «No me puedo privar de los bienes y de los alimentos». Te creo, pero si dices que no puedes perdonar a los que te han hecho daño, no lo creo en absoluto. No tenemos ninguna excusa de no hacerlo porque debemos cumplir esta limosna sacándola no del tesoro de nuestros bienes, sino de nuestro corazón. Amemos, pues, no solamente a los amigos, sino tam­bién a los enemigos. Pero me dirás: «Mi enemigo me ha hecho tanto mal que de ninguna manera le puedo amar». Tú miras lo que te ha hecho este hombre y no miras lo que le has hecho a Dios. ¡Examina atenta­mente tu conciencia!: tú has cometido sin darte cuenta muchas más faltas contra Dios que las que un hombre haya podido cometer contra ti. ¿Con qué osadía espe­ras, pues, que Dios te perdone lo mucho cuando tú no perdonas lo poco?
San Cesáreo de Arles
Presidió varios com llioí y lundó monasterios masculinos
y femeninos (470-543).



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