viernes, 15 de junio de 2018

¡ES EL SEÑOR!.


Después de su resurrección, Jesucristo, en sus apari­ciones, sorprendía a sus discípulos, se presentaba a ellos bajo figuras que le disfrazaban, y tan pronto como se daba a conocer desaparecía. Este mismo Jesús que está siempre vivo y operante sorprende a las almas que no tienen una fe suficientemente pura ni profunda. No hay ningún momento en el que Dios no se presente bajo alguna pena, alguna obligación o algún deber. Todo lo que se realiza en nosotros, alrededor de nosotros y a través de nosotros encierra y esconde su acción divina que, aunque invisible, hace que siempre nos veamos sorprendidos y que no conozcamos su operación más que cuando ya no subsiste.

Si rompiéramos el velo y si estuviéramos vigilantes y atentos, Dios se nos revelaría sin cesar y gozaríamos de su acción en todo lo que nos acontece. Frente a cada acontecimiento, diríamos: ¡Es el Señor! Y en todas las circunstancias veríamos que recibimos un don de Dios, que las criaturas no son más que débiles instrumentos, que nada nos faltaría, y que el constante cuidado de Dios hacia nosotros le lleva a damos lo que nos conviene.

Jean-Pierre de CAUSSADE
Predicador y misionero jesuita. Escritor de materia mística (1675-1751).

No hay comentarios:

Publicar un comentario