martes, 5 de junio de 2018

LA LLAMA POR SU NOMBRE.


María Magdalena dice al Señor: Si te lo has llevado tú... como confesando la causa de sus lágrimas. Ella habla de «él» sin pronunciar su nombre. Esto es propio del amor: lleno de aquel al que ama, el amante cree que todos los demás participan en la misma pasión del amor... María no se imagina que alguien pueda igno­rar la causa de su inmenso dolor. Jesús le dice: «María». Hace un momento la llamó con el nombre genérico de su sexo: «Mujer», y no se dio a conocer. Ahora la llama por su nombre propio, como si le dijera sin ambages: «¡Reconoce al que te conoce!» Lo mismo dijo Dios a Moisés, el hombre perfecto: Te conozco por tu nom­bre, es decir, «no te conozco como el conjunto de las personas, sino que te conozco personalmente».
Así, llamada por su nombre, María reconoce a su creador y le responde al instante: Rabboní, es decir,

maestro. Era él a quien ella buscaba fuera, pero él le pedía que lo buscara dentro. María de Magdala se va a anunciar a los discípulos: «He visto al Señor», y les contó lo que Jesús le había dicho. El pecado de los Hombres abandona el corazón de donde había salido. Una mujer ofreció en el paraíso al hombre el fruto de la muerte; una mujer anuncia junto a la tumba la vida a los hombres y transmite las palabras del que da la vida.

San Gregorio Magno
Nació en Roma; prefecto de su ciudad y monje después, fue papa desde el año 590. Es doctor de la Iglesia (540-604).

No hay comentarios:

Publicar un comentario