martes, 26 de junio de 2018

RECIBID EL ESPÍRITU SANTO.


Cuando Jesús vino a sus apóstoles, las puertas esta­ban cerradas, y se puso en medio de ellos, que, lle­nos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. Exhaló su aliento sobre ellos diciendoles: Recibid el Espíritu Santo, y este don ha sido una indudable prueba de su resurrección y de su nueva vida. En efecto, es el Espíritu quien da testimonio primeramente en el cora­zón de los santos de que Cristo es la verdad, la resu­rrección verdadera y la vida. Por eso, los apóstoles, que habían dudado incluso teniendo delante de ellos su cuerpo vivo, daban testimonio de la resurrección del Señor con mucho valor después de haber gustado este Espíritu que da vida.

Es mucho más ventajoso para nosotros acoger a Jesús en nuestro corazón que verle con nuestros ojos u oír su voz. La acción del Espíritu Santo sobre nuestros sentidos interiores es mucho más poderosa que la impresión que pueden hacer en nuestros sentidos exteriores los objetos materiales. Hermano, la señal por la cual reconocerás que tu espíritu ha recobrado vida en Cristo es esta: si en tu interior dice: «¡Si Jesús está vivo, eso me basta!» ¡Oh palabra de fe y muy digna de los amigos de Jesús!

Beato Guerrico de IGNY
Abad cisterciense (1080-1157)

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