martes, 19 de junio de 2018

LOS EFECTOS DEL ESPIRITU SANTO.


Cuando Cristo, sumergido en el Jordán, subió de las aguas, descendió sobre él el Espíritu Santo. Lo mismo vosotros, salidos de las fuentes bautismales, habéis sido

ungidos con el sagrado crisma. Este sello con que el mismo Cristo fue marcado es el Espíritu Santo. Cristo, en efecto, no fue ungido por hombres. El Padre es quien lo estableció Salvador del universo y lo ungió con Espíritu Santo, tal como lo proclamó David: Dios, tu Dios, te ha ungido con óleo sagrado, ante todos tus compañeros.

Así como Cristo fue realmente crucificado, sepultado y resucitado, también vosotros, por el bautismo, habéis sido admitidos a participar simbólicamente en su cruz, en su sepultura y en su resurrección. Esto mismo vale también para la unción: Cristo fue ungido con óleo de alegría espiritual, por el Espíritu Santo, porque él es fuente de alegría espiritual. Y vosotros habéis sido ungidos de un óleo santo que os ha convertido en com­pañeros de Cristo mismo. Primero os han ungido en la frente para liberaros de la vergüenza del primer Adán y poder contemplar con el rostro descubierto, como en un espejo, la gloria de Cristo.

San CIRILO DE JERUSALÉN

Obispo de Jerusalén, autor de catequesis y predicaciones, sufrió varios destierros. Es doctor de la Iglesia (315-386).

 

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